Cada día escucho frases del tipo «quien no arriesga, no gana», «vive el día a día, vive el momento», «la vida es muy corta para desaprovecharla».
Las redes sociales están llenas de imágenes, videos y artículos sobre ello, sobre salir de la zona de confort, sobre ser valiente.
Pero aunque cada vez que las leemos nos decimos “que gran verdad”, “que razón”, “esto debería hacerlo yo” y compartimos el mensaje sin dudarlo, pocos son los que ante una situación en la que dar el salto es lo difícil, verdaderamente osan hacerlo.
Porque el confort de lo conocido es muy tentador, porque a nadie le gusta equivocarse, porque el miedo tiene un poder paralizante demasiado fuerte.
No pretendo escribir un post más animando a la gente a arriesgar. Con este post quiero felicitar a aquellos que lo han hecho, a aquellos que dejaron todo para ir detrás de un sueño, quienes tuvieron el coraje de cambiar su vida porque la que tenían no les gustaba (Miris, esta va por ti), a quienes han puesto el corazón sobre la mesa jugándolo a una sola mano.
Y darles las gracias, gracias porque su valor será motivo de imágenes, videos y artículos que quizá no servirán más que a decorar el muro del Facebook, pero a lo mejor toquen lo suficiente a una sola persona para hacerla cambiar de opinión y que sea feliz.